(Para ler o texto em português clica em: Laranjais, laranjas e flor de azahar)
Naranjos
Hay algo que me une a los naranjos, como un amor antiguo y fuerte; la reminiscencia de un pasado bien pasado. Ahora que vuelo entre ellos, con el fuerte olor de la blanca flor de azahar inundando mis sentidos, puedo pensar con claridad. Es verdad, hay algo más entre los naranjos y yo.
La memoria es mi máquina del tiempo, y a través de ella regreso a mi infancia, cuando aún vivía en mi otro mundo. Hacía calor, era navidad, y como todos los años, nos reuníamos en la casa del abuelo. Los árboles frutales aún habitaban los jardines, donde dos naranjos se erguían como gigantes. Uno de ellos nos regalaba un fruto dulce y suave, mientras del otro colgaba un fruto tan ácido como el propio limón, y este último era mi favorito.
Mientras los adultos hablaban de sus temas y preparaban la comida, mi abuelo nos había dejado una importante tarea, recolectar las naranjas y preparar zumo para toda la familia. A la hora de la comida, montábamos las mesas debajo del gran naranjo dulce y allí toda la familia reunida comía y charlaba alegremente.
Los años han pasado, mi abuelo ha muerto, los naranjos fueron cortados, y la família ya no se reune para festejar la navidad como antes. No, no te engañes, no lo digo con pena o nostalgia, no soy ese tipo de persona. Me alegro en mis recuerdos, pero hoy estoy construyendo nuevos recuerdos.
Cuando dejé el Brasil y vine a vivir en España, eso hace casi 11 años, no fue difícil mi adaptación. Creo que en parte, lo que me ha ayudado a amar esta tierra seca y árida, como se fuera mi casa (ahora no lo dudo que ya lo es), fue estar en compañía de los naranjos. Vivo en Castellón de la Plana, en la Costa de Azahar, el nombre ya lo dice todo, ¿verdad?
Por donde vaya, en cada rincón de esta bellísima provincia, encuentro a los naranjos y así me siento en casa, como en mi infancia. Es una sensación increíble, indescriptible.
No transforme tus recuerdos en prisiones que te impidan de vivir el presente.
Así es como están los naranjos en primavera, el olor de su flor es muy fuerte y me hace sentirme muy relajada, por eso prefiero pedalear entre ellos.
Esta última foto la saqué cuando aún era invierno y era la época de la cosecha de naranjas. Todos estava lleno de naranjas y se escuchaba a los recolectores charlando animadamente entre los huertos.
Gracias por pasarte una vez más por aquí. Hasta pronto 😉
Hermoso paseo por tus recuerdos, gracias por compartir.
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[…] (Para leer el texto en español pincha en: Naranjos, naranjas y flor de azahar) […]
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Bella reflexión,bonitas fotos y sabía moraleja….No transformes tus recuerdos en prisiones…….Viví parte de mi infancia en una masía rodeado de naranjos,árboles frutales etc.y tengo bonitos recuerdos de esa corta pero intensa etapa de mi vida.
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Hola Santiago. Debe haber sido increíble tu infância en una masía . ¡Qué recuerdos! 😉
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Hola Claudine, como estas. Muy bonito tema. Los recuerdos, la nostalgia y los naranjos. saludos,
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Hola Yubrán, que bueno que has pasado para decirme un hola 😉 un fuerte abrazo.
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¡Hola Claudine! Que bonita entrada… muy cierto lo que decís «No transforme tus recuerdos en prisiones que te impidan de vivir el presente». Que bueno que hayas encontrado algo que suplante un poco la nostalgia de tus tierras. Hermosas fotos. Un abrazo.
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